19 de noviembre de 2012

Destrucción de una nación


19 Nov, 2012 Desde Proyecto SUR acompañamos y solicitamos el fin de las hostilidades en este desigual enfrentamiento, donde dos pueblos vecinos, cada uno en su Estado Nación, deberían convivir respetándose mutuamente, siendo necesario para ello que la comunidad internacional, especialmente el presidente norteamericano, escuche la voz de los pueblos….
Por: Licenciada María Rosa Lecarotz - Proyecto Sur Mar del Plata
Desde Proyecto SUR acompañamos y solicitamos el fin de las hostilidades en este desigual enfrentamiento, donde dos pueblos vecinos, cada uno en su Estado Nación, deberían convivir respetándose mutuamente, siendo necesario para ello que la comunidad internacional, especialmente el presidente norteamericano, escuche la voz de los pueblos, en vez de las presiones de determinadas corporaciones.
Pocos lugares en el mundo, especialmente en la conformación de Centro-Periferia y Semiperiferia (Wallterstein) demuestran con toda su crudeza aquella aseveración de Marx sobre la expansión del capitalismo: la destrucción de las relaciones sociales de producción, en tanto y en cuanto no fuesen funcionales a la acumulación y explotación de la fuerza de trabajo. Pero en el caso de Palestina hay que agregar otro elemento fundamental: la destrucción como nación que precede a la formación del Estado, hecho que a pesar de los acuerdos de partición de 1947 no se ha concretado. Los casi 1.300.000 palestinos recibirían la mitad del territorio para la conformación de su Estado, en tanto que los 630.000 judíos recibieron similar cantidad de territorio, fue la Nakba, es decir la catástrofe (Atlas de Le Monde Diplomatique). “Debemos expulsar a los árabes y ocupar su lugar.” (David Ben Gurión, ex-primer ministro por el Partido Laborista, 1937). El estado de Israel se transforma de esta manera en un enclave estratégico en la nueva división del trabajo a escala planetaria, bajo la dominación de EE.UU por un lado y la URSS por el otro.
Geopolíticamente la dominación de un espacio geográfico productor de petróleo transforma al Estado de Israel, bajo la órbita de EE.UU., en un socio fundamental para este nuevo esquema de dominación. Dos elementos son fundamentales en esta nueva estrategia:
· al interior, la implementación lenta, gradual e inexorable de aldeas como cuñas en los asentamientos palestinos (Plan Dalet) buscando así su destrucción total: “No existe una cosa tal como pueblo palestino. No es como si nosotros llegamos, los echamos y tomamos su país. Ellos no existen..”(Golda Meir, ex-primera ministra por el Partido Laborista) y
· en lo externo, la inestimable ayuda financiera, tecnológica de los EE.UU. que, si bien en un primer momento no es de consideración, se irá acrecentando a partir de los diferentes conflictos armados con el mundo Árabe.
Estos enfrentamientos tendrán una sola víctima: el pueblo palestino, transformado no sólo en un pueblo errante, sino en fuerza de trabajo barata, tanto para israelíes como para los restantes países árabes, que priorizaron sus relaciones con EE.UU (Arabia Saudita) por sobre la problemática palestina. Su calvario recién comenzaba: como sostiene Alain Grez (Le Monde: 3/4/09) “la guerra de Junio de 1967; guerra de desgaste entre Egipto e Israel (1968-1970); guerra de Octubre, denominada de Ramadán o de Yon Kippur (1973); guerra civil libanesa en 1975 con la participación de los palestinos y ocupación israelí del sur de; invasión israelí de Líbano (1982) Líbano – con las matanzas de los campos de refugiados de Sabra y Shatila -;1ra. Intifada (1987-1993); 2da. Intifada, desde Septiembre de 2000, con su ola de atentados suicidas; guerra contra Hezbolá (2006); ofensiva israelí contra Gaza (2008-2009)”, sin contar el supuesto asesinato de la máxima autoridad de la OLP – Yaser Arafat – en Noviembre de 1994 (“Operación Campos de Espinas”) etc.etc. ante la impasividad de los foros internacionales.
En este sentido nuestra presidente es una de las pocas voces que se escucha en dichos foros reclamando la creación del Estado de Palestina, al igual que Pérez Esquivel, James Petras, Atilio Borón, Juan Gelman, Pedro Brieguer, etc., como también los nuevos historiadores israelíes, fundamentalmente: Shlomo Sand e Ilan Pappé: figuras emblemáticas de estas corrientes revisionistas que desvirtúan con sus investigaciones las diferentes teorías legitimadoras del Estado de Israel. El primero sintetiza claramente la situación actual tanto para los palestinos como para los israelíes:“Me opongo a toda ocupación de los territorios palestino. Estoy de acuerdo con crear un Estado Palestino verdaderamente independiente al lado de Israel. Pero paralelamente querría convertir a Israel en una verdadera democracia para todos sus ciudadanos, sin distinción ni de religión ni de origen ni de sexo”; en tanto que el segundo ha pagado su osadía con el ostracismo del mundo académico israelí, luego de describir los padecimientos de los colonos palestinos en manos de las FFAA israelíes en todo el proceso de ocupación de sus territorios a lo largo de más de 50 años.
Insistimos en repudiar las acciones militares inhumanas de aquellos que sufrieron las ignominias de los pogroms y los ghettos, y hoy – paradógicamente (o no) los sigan aplicando sobre los palestinos, como un eslabón más de la cadena de limpiezas étnicas producidas los últimos decenios.
En definitiva, desde Proyecto SUR acompañamos y solicitamos el fin de las hostilidades en este desigual enfrentamiento, donde dos pueblos vecinos, cada uno en su Estado Nación, deberían convivir respetándose mutuamente, siendo necesario para ello que la comunidad internacional, especialmente el presidente norteamericano, escuche la voz de los pueblos, en vez de las presiones de determinadas corporaciones y relea aquella vieja carta de 1948 que decía:
“preconizar en el seno de la comunidad judía una “mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial”, signo indudable de un partido fascista para el cual el terrorismo “es un medio para alcanzar su objetivo de ser un ‘Estado líder’”, (Firman entre otros: Albert Einstein, Hannah Arendt, el rabino Jessurun Cardozo y otros 26 destacados intelectuales judíos estadounidenses. Consta en una carta abierta que el New York Times publicó el 4-12-48).

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