En los últimos días, los medios de comunicación y las principales fuerzas políticas dieron un inesperado vuelco y avalaron una arriesgada jugada política de la oposicionista Elisa Carrió. Tras el rotundo fracaso electoral, la dirigente de la Coalición Cívica se animó a rechazar en solitario el diálogo político convocado por el gobierno nacional y se marchó de vacaciones a Miami. Entonces, durante el huracán dialoguista, recibió la condena de prácticamente todo el espectro mediático y político que la envió al ostracismo. Su decisión y otras aventuras, la llevaron a una crisis con su aliada del GEN, Margarita Stolbizer, que puede terminar en ruptura.
Pero ahora, después de los pocos frutos cosechados por los asistentes al diálogo, Carrió quiere cobrarse su jugada. Luego de que la mesa nacional del radicalismo cuestionara un segundo llamado al diálogo y afirmara que “Randazzo parece vivir dentro de un submarino”, la iluminaria dirigente se jactó de que “ahora todos saben que no era irracional”. Entonces, los lilitos esperan que sea también Stolbizer quien salga a autocriticarse por asistir a la mesa convocada por el Ejecutivo. ¿Pero es como dice algún analista que el fracaso del diálogo beneficia a los intransigentes? ¿Intransigentes, caprichosos o de intenciones inconfesables?
Dialogar sí…
En este punto, al anoticiar del fallido intento gubernamental, los medios de comunicación informaron que son tres los dirigentes que rechazaron el diálogo. Al lado de Carrió, aparecieron los nombres de Carlos Reutemann y de Fernando “Pino” Solanas.
Es que en verdad, la convocatoria al diálogo no puede ser rechazada. El diálogo fue el osito de peluche que la “opinión pública” acarició durante largas semanas, dándole aire a una iniciativa postrera del gobierno. En virtud de lo acontecido, si en el caso de Carrió fue el quiebre de una iniciativa de virtud institucionalizadora de parte del gobierno, y en el caso de Reutemann fue el traslado de la responsabilidad en quienes se sintió representado (Chiche Duhlalde, Rodriguéz Saá y Juan Carlos Romero), en “Pino” Solanas la no asistencia tuvo motivos diferentes.
Recordemos que la apertura al diálogo fue anunciada por la presidente Cristina Fernández el pasado 9 de julio. Desde entonces, la improvisación fue lógica y
la confusión consecuencia. Proyecto Sur fue invitado a participar en primera instancia. Pero en seguida desde el gobierno nacional retiraron ese convite para que la primera foto fuera con las fuerzas del Acuerdo Cívico y Social. Por el frente panradicalista asistieron, entre otros, Gerardo Morales (UCR) y Stolbizer (Gen-CC) y también fueron los aliados del Partido Socialista. Allí fue cuando Carrió pegó el portazo y se negó a cualquier intento de intercambio personal con el gobierno, que le hubiera permitido demostrar cualidades básicas de una dirigente de carta republicana, tal como se pretende autoencasillar.
Suspendido el encuentro con Proyecto Sur, pronto el gobierno volvió a invitar al partido de Pino Solanas, pero enviaron una carta con error de calendario. La partida se había pasado cinco días. El gobierno intentó enmendar el error, pero la nueva carta no tenía fecha. Luego, como lo había advertido previamente, Solanas debió salir de
viaje de trabajo a España, donde dictó un seminario sobre cine y asistió a una presentación homenaje sobre su obra en la universidad de Menéndez Pelayo de Santander.
Así, lejos de ser verdad el titular de La Nación, donde se afirma que
“Pino Solanas no aceptó la invitación al diálogo”, en ningún momento, los referentes de Proyecto Sur se opusieron, ni patearon el tablero como lo hiciera Carrió, ni trasladaron de forma oportunista responsabilidades en otros. La afirmación correcta fue: dialogar sí…
… ¿pero qué?
Si no estuviera atravesado por el oportunismo político, como
alguien comentó, diálogo es el intercambio de múltiples pareceres sobre variados temas entre personas o también el espacio donde se manifiestan en ámbitos institucionales propuestas entre sectores con intereses diferentes. Es por esto mismo que el diálogo no es una foto. Sonreír para la foto fue la complacencia de unos que buscaron alivio y otros que no pudieron negarse. Pero ambos contentos con la pose. En cambio, desde Proyecto Sur creyeron desde un primer momento que el diálogo es algo más. Por eso mismo, las condiciones… dialogar sí, pero ¿de qué?
Desde un comienzo, Proyecto Sur agradeció la convocatoria al diálogo, la creyó una iniciativa de verdaderas virtudes democráticas, pero advirtió que no aceptarían una agenda que no incluyera las preocupaciones que la fuerza viene instalando en el temario nacional de preocupaciones públicas.
“En estas condiciones no vamos a dialogar”, afirmó Mario Mazzitelli, referente del PSA y vocero de Proyecto Sur, al hacer referencia a las contradicciones vistas entre las prioridades de la fuerza y las medidas tomadas por el gobierno nacional desde la convocatoria del 9 de julio: tarifazo y continuidad de las irresponsables concesiones petroleras, pago de 2.000 millones de dólares de deuda pública, rechazo a la asignación universal por hijo, inacción frente a los despidos, mantenimiento de Guillermo Moreno, entre otras tantas cosas.
En un momento de crisis económica y resultados electorales adversos, salvo que existan intenciones realmente catastrofistas y poco confesables, es de manual que la oposición exija una apertura para definir la agenda política. He allí la diferencia entre las posturas de Carrió y Solanas. Dialogar sí, pero para encontrar una agenda común que vaya hacia las soluciones que el país y todos los argentinos precisan para sortear el mal trago de la crisis mundial que nos da sus coletazos, pero también para superar la crisis de un modelo que todavía privilegia el crecimiento con concentración de riqueza y la extranjerización y privatización de la economía. En definitiva, para que el diálogo no sea sólo
"bla, bla, bla".